Friday, December 31, 2004

5 horas despues...

No quiero escuchar la radio, ni los discos compactos que me ponen melancólico, ni ver fotografías de cuando fuimos felices, ni volver a los lugares donde creamos momentos inolvidables, dormiré muy lejos de mi cuarto para no recordar las veces que te hice el amor, y que dijiste ser mía para siempre.

En mi estado seria una sobredosis de dolor.

Quiero que me devuelvas la promesa que te hice de nunca dejarte, aquella tarde que nos abrazamos tan fuerte, mientras escuchábamos la que era nuestra canción...

Te voy a extrañar mucho…

Me vas a doler mucho…

Te voy a llorar mucho...

Pero tengo que hacerlo

Con calma voy a superarte…
Con paciencia esperare ya no esperarte…
Con dolor voy volver a mi vida normal, a lo que fue antes de todo este sueño…

Adios...

Otra noche más sin poder conciliar el sueño.
El aviso de que mi madre vuelve hoy a casa después de tanto tiempo me tiene algo preocupado.
No por el hecho de que llegue, si no de quien se tiene que ir de casa.
Mi novia, después del incidente de la carta, se ha comportado muy extraña.
Primero el tradicional rollo de cómo crees que yo te lo voy a hacer a ti, te amo y blah, blah, blah.
Y al día siguiente así, sin decir nada me retira el habla, parece molesta.
Pero molesta porque? Que le hice?

En preguntarle si algo pasaba se me fue la noche del Miércoles y la tarde y madrugada del Viernes.

No conseguí ninguna respuesta.

Ya no entiendo que es lo que sucede.

Además de estar algo decepcionado, de repente un frío de inseguridad ha llenado mi cuerpo y en especial mi cabeza.
Ya no se con quien estuve tratando por casi año y medio.
Todas las palabras que algunas vez dijo y que sonaban muy nobles, ahora se vuelven contra ella, le dan la espalda para tomar otro significado.

Ella siempre decia que el amor lo puede todo, y que cuando lo hay, no puede haber nada que separe a una pareja.

Y si, es muy fácil decirlo, cuando uno es el que engaña, el que lastima, el que pierde el respeto, cuando uno es a quien tienen que perdonar.
Y no se porque pero ahora me suenan a discursos baratos de Novela de Televisa.

Hoy en la mañana, le pedí que recogiera sus cosas, ya que mi madre llegaría en la tarde y por respeto a ella. No me gustaría que la viera ahí.
No dijo ni una palabra. Estaba paciente, en calma, como si hubiera pronunciado las palabras que ella estaba aguardando a que dijera.

Tal vez soy un patán, pero ya no quiero llevarme sorpresas no tan gratas de su parte.

Thursday, December 30, 2004

Motivos para despedir algo mas que al año

Jueves por la mañana, dormí escasamente dos horas, aunque estuve sobre la cama como unas diez.
Extrañamente mi cabeza no dejo de maquilar ideas, mucho menos de ensamblar pensamientos, la Infidelidad, la mentira y la decepción son la materia prima con la que están elaborados.
Más que otra cosa es decepción…

Yo, como todo un universitario siempre trato de ver las cosas fríamente, analizarlas, y tratar de obtener la mejor experiencia de ellas.
Caso contrario en esta ocasión…
Será porque en la escuela lo más que tengo que arriesgar es un pinche número.
Este caso no tiene nada que ver con calificaciones, sino de mi tiempo, de mi futuro.

Una vez, mientras leía uno de esos artículos para mujeres celosas que hay en Internet, encontré uno que incluía una frase ya muy trillada, pero muy certera.

Decía: El que busca, encuentra.

Preferí tener confianza en mi pareja, y dejar que lo que se tuviera que contar fuera saliendo con el tiempo como un acto natural.
Yo no busque y sin embargo, encontre.

Ayer mientras buscaba por algo de comida en la guantera de su auto, halle una carta que ella escribio a principios del mes de agosto del 2003. Donde le confesaba a su anterior pareja que le había sido infiel, le pedía perdón por esto.

Muchos pensaran, lo que no fue en tu año, no fue en tu daño y así es.

Aunque hubiera preferido no haberme encontrado nunca esa carta. También le agradezco a las circunstancias, a la casualidad el haberla hallado.

Me abrió los ojos.

Confiar ciegamente, es ilógico.

Amar totalmente, es estupido.

Tuesday, December 07, 2004

Por las fiestas...

Ocho treinta de la noche, llego a casa, abro lentamente la puerta.
De pronto veo como uno de mis dos felinos brinca cautelosamente una a una de las ramas, hasta llegar a la cima del árbol de navidad que decora la sala, mientras el otro juega con lo que era el moño del regalo de mi padre.
Algo nada fuera de lo común.
Lo único que no hace juego con la escena soy yo, a esa hora, en casa tan temprano.

Mi padre al verme se entusiasma y me comienza a contar como estuvo su día, yo sin tener ganas de conversar, sin embargo lo escucho por cortesía.
Me pregunta si ya cene, mintiéndole, le contesto que si.
La verdad es que siento muchas cosas en mi estomago menos hambre.
No se si sean las fechas que se acercan o simplemente el cargo de consciencia, pero tengo días soñando repetidamente con mi madre.
El mismo sueño, diferentes circunstancias pero siempre termina yéndose de mi lado.
Como lo hizo hace ya unos años.
Septiembre fue el mes que la vio partir. Tan solo el recordar la tarde en que se fue, me llena de lágrimas los ojos.
Fue muy triste, fueron demasiados sentimientos para una tarde.
El cielo color gris anunciaba que estaba por caer una tormenta. Mi mama terminaba de empacar sus cosas, mientras mi hermano y sus amigos terminaban de echar sus pertenencias al camión de la mudanza.
Yo, parado en la puerta de su cuarto observaba como ella se preparaba para irse.
La abrace y le suplique que no se fuera. No pudo contenerse. Las lágrimas también le ganaron, aunque al final mis palabras fueron en vano. Termino marchándose.
Por unos meses pensé que ese día había sido el peor, mas tarde supe que estaba equivocado.
Octubre y Noviembre pasaron en calma, pero llego Diciembre. El mes en que supuestamente las familias deben estar unidas, la época en que todo se olvida.
Para mi no fue así.
Noche buena fue la peor.
La familia de mi padre por causas legales tuvo que pasar Navidad en Estados Unidos, por lo que no tuvimos a donde ir.
Ese día temprano me levante, limpie la casa, me bañe y salí al súper a comprar los últimos ingredientes de lo que seria la cena.
Llegue y preferí no pensar nada y concentrarme en la cocina.
Quedo todo listo. Para ese día mi padre había comprado una vajilla con motivos navideños.
La puse sobre la mesa y comencé a servir el Jamón que tenia ya hecho en el horno.
Saque unas copas de la alacena y serví algo de vino blanco, llame a mi papa a la mesa.
Se acerco y no dijo ni una sola palabra. Yo imite su actitud. Preferí limitarme a comer.
Sin embargo nos fue casi imposible, fuimos tomados presos por el sentimiento.
Yo, preferí mantener la cabeza agachada, con la mirada sobre el plato.
No me di cuenta quien de los dos comenzó a llorar primero, cuando lo note los dos ya estábamos abrazados. Nunca había visto llorar a mi padre, ni siquiera meses antes cuando mama se había ido.
Ninguno de los dos pudo continuar con la cena.
Sin pronunciar una sola palabra, cada quien se encerró en su cuarto.

En los días siguientes preferimos evitar el tema.

No se, porque estos días la melancolía ha regresado.
La sensación de la primera Navidad sin mama esta de nuevo presente.