Monday, July 19, 2004

El Bodorrio

El sábado pasado fue día de evento social, en esta ocasión la celebración a invadir era una boda, fui invitado gracias a que mi novia es amiga y además excompañera de trabajo de la recién convertida en esposa.
El lugar: un reconocido salón de la Zona Río.
Hora: 8:00 pm.
Para comenzar se nos hizo tarde, arribamos al lugar faltando unos minutos para las 10 de la noche, pensamos que ya no llegaríamos a la cena, por lo que preferimos parar a devorar unos tacos antes hacer nuestra aparición en aquella celebración.
La recepción era en el tercer piso tuvimos que subir por las escaleras, pasamos los dos primeros niveles del edificio donde hasta ahora todo parecía “normal” debido al ambiente que lucia bastante formal y la música que era relativamente actual.

Faltaba un piso mas por subir, a escasos 10 escalones de llegar a la puerta del salón fuertemente comenzó a escucharse una melodía algo desentonada para el tipo de celebración que se estaba llevando a cabo, Si!, era Alejandra Guzmán con el clásico “Hacer el amor con otro”. Y debo confesar que por un momento cruzo por mi mente la idea de revisar la invitación para cerciorarme si realmente nos habían invitado a una boda y no aun divorcio.
Total llegamos, y en la entrada se encontraba un hombre vestido con un viejo traje que parecía haber sido sacado del baúl de los recuerdos de Raúl Velasco, mi novia y yo pensamos que era alguien que atendía la puerta, por lo que preguntamos si ahí era el salón correcto nos dijo si, yo soy el hermano de la novia…
Al momento en que entramos se noto fuertemente la diferencia con otros salones, para esta gente la palabra formalidad podría significar dos cosas: Conjunto de jeans, botas, tejana y camisa de seda ó tenis, pantalones anchos y camisas a cuadros bastante amplios.
En fin, optamos por pasar a saludar a los novios quienes lucían muy
 contentos.
El salón era demasiado pequeño por lo que tuvimos que compartir mesa con la familia del novio, que llego desde El Cajón solo para no dejar pasar la oportunidad de la “gorreada”.
Había demasiada gente. Por lo menos no me sentí tan mal, porque había varias personas que al igual que yo, no sabia ni los nombres de los novios.
Era la hora del tradicional Brindis, en eso yo me preparaba para deleitarme con un poco de champagne, cuando una mesera me bajo de  mi nube y puso frente a mí un vaso de plástico con refresco adulterado… todos los presentes nos pusimos de pie y brindamos por la felicidad de los novios y en eso se dejo sentir del equipo de sonido un “Tarata- tararata”, por un momento pensé que estaba en una feria de algún rural pueblo del centro del país y que me había ganado como premio mayor una figurita de yeso con forma del Oso Pooh o que estaba participando en el viejo programa del Balcón de Verónica; pero no!, eran las fanfarrias para los novios por motivo del brindis.
Para seguir con el programa, se dio paso al clásico Vals, por lo que pasaron los novios al centro de la muy reducida pista, a disfrutar de su primer baile como marido y mujer, así estuvieron durante algunos minutos bailando con la canción de “I will always love you” de Whitney Houston, en eso que el dj llamo a los papas de la novia a que continuaran con el baile, no lo podía creer!
El papa de la novia era la versión ebria de Chelelo, mientras que la mama parecía la malvada Ada Madrina de Shrek 2, no por sus rasgos faciales sino por el “cuerpecito” de Bolillo parado que tenia.
El baile continuo, ahora los padrinos comenzaron con el Vals del Billete, colocando sobre las prendas que cubrían a los novios papel moneda color verde portando la mayoría a George Washington.
Siguieron los personajes chuscos, uno de ellos fue la copia fiel de Lupillo Rivera, quien quería bailar al estilo norteño la canción “Imagine” de los Beatles.
El baile dejo de ser exclusivo de los novios y todos los invitados pudieron levantarse para desentumirse y mover un poco el bote, por un momento pensé que había retrocedido el tiempo minimo 13 años atrás, eran las mismas canciones y el mismo tipo de gente, no podía faltar desde la sobrina que bailaba descalza las norteñas, hasta el pariente lejano que viene a presumir sus “dotes” para las cumbias, con coreografías y pasos “cumbieros” muy modernos, dignos de una Maestría en “salsa” o de plano un Diplomado en “Pachi-pachi”.
Mi novia y yo, miramos el reloj era hora de irnos, pero solo habían pasado escasos 70 minutos desde que llegamos, sin pensarlo dos veces salimos de aquella fiesta que parecía video sacado del programa "Camara Escondida" de Oscar Cadena.

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